jueves, 18 de febrero de 2010

DE CINISMO Y PROGRAMAS SOCIALES


POR: el chilangosapiens




         Y cuando uno piensa que en cuestiones de cinismo ya no puede haber nada más allá de lo que hasta ahora hemos tenido el infortunio de presenciar, nuevamente entran en acción nuestros brillantes políticos para recordarnos que su deleznable capacidad para ampliar los límites conocidos sobre el tema, tampoco tiene límites.

Más de siete décadas de descarado e impune saqueo por parte de los gobiernos surgidos de las podridas entrañas de la revolución institucionalizada, no bastaron para ablandar el corazón de las administraciones que en la última década llegaron al poder haciendo gala de su fe católica. Donde muchos vieron la esperanza de cambio para mejorar, los panistas vieron un nicho de mercado, una oportunidad, no de hacer un país mejor, sino de conquistar el poder y las inmensas ganancias que éste genera, con la más absoluta impunidad.

El destape de una nueva cloaca, el PROCAMPO, conocido ahora por su versión más actualizada como PRONARCO, reafirma las inconsistencias de las que adolece la actual administración federal para hablar de democracia. No sólo quedan desacreditados aún más, los discursos y las promesas utilizados por el inquilino en turno de Los Pinos, para defender y justificar la militarización de nuestro país, en su fastuosa puesta en escena conocida con el nombre de “la guerra en contra del narcotráfico y la delincuencia organizada”, si no que además ubica a funcionarios públicos y a delincuentes en la misma sintonía.

Así es como queda demostrado una vez más, que la “legalidad” mexicana es el instrumento utilizado por políticos y funcionarios públicos para desmarcarse de aquellos que abiertamente se asumen como delincuentes, y aunque a primera vista ninguno de los dos bandos pudiera ser defendible, existen matices importantes a considerar, ya que exceptuando el caso que nos ocupa, los delincuentes se encargan de generar sus propios ingresos sin sangrar las finanzas públicas, inclusive los generan para quienes “legalmente” ejercen la delincuencia, pues no se puede explicar el tráfico de drogas, de personas, de autos robados, de piratería, y de toda una peligrosa y desconocida gama de productos , sin la respectiva tarifa que cobran funcionarios públicos de todo rango, por permitir este tipo de comercio.

Así que no nos debe de temblar la mano al momento de señalar también como delincuentes, a aquellos que no conformes con percibir onerosos salarios y prestaciones, garantizados por el presupuesto que tiene que salir a como de lugar, de los recursos que genera la explotación del petróleo y de las contribuciones abusivas impuestas desde las cámaras de “representación popular” a los contribuyentes cautivos, todavía se firman generosos subsidios para los negocios propios, los de sus familiares y de amigos, ¡y hasta los de los delincuentes que el estado dice perseguir!.

¿Para esto pagamos ahora 16% de I.V.A.?, ¿esta es la clase de pobres a los que había que apoyar?, ¿estos son los programas sociales a los que “el presidente del empleo” se refería en su campaña mediática pro-alza de impuestos hace apenas unos cuántos meses?, ¡claro que no hay ética!, es la peor palabra que cualquier alto funcionario público de este país puede mencionar para referirse al ejercicio del gobierno y de la política, la extraordinaria capacidad de cinismo es una de las causas por las cuales la descomposición social se manifiesta cotidianamente, los políticos y los altos funcionarios públicos se encuentran a años luz de ser parte de la solución para los problemas de este país, están absolutamente perdidos en el abismo del poder y del dinero y mientras se mantenga en el pensamiento colectivo que el poder y el dinero hacen de un individuo alguien respetable el estado actual de las cosas jamás mejorará.

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