POR: el chilangosapiens
Y si no votaste ¡cállate! , no hay más, porque aquí la Ley de Herodes es la que aún prevalece, porque aquí pensar distinto está mal, es atentar en contra de las honorables instituciones de nuestro país, inclusive no estar en sintonía con el discurso de “nuestro” I.F.E. nos merece una descalificación social. El mismo criterio que nos juzga de esta manera es el que también se burlaba de la brutal crisis en turno, la misma que en un principio le causaba una valentona emoción a nuestro pequeño presidente. Hasta donde mi memoria me alcanza recuerdo que hemos vivido en crisis, y hasta donde sé, la gran mayoría vota para que otra no vuelva a ocurrir, sin embargo, a pesar de nuestras buenas intenciones, éstas continúan ocurriendo. Los años han pasado, gobiernos han venido y se han ido (con todo lo que sus pezuñas se pudieron llevar) y ojalá por lo memos todo siguiera igual, pero la realidad es que, sexenio tras sexenio nos hemos hundido más y más.
La era de la revolución institucional dejó tantos y quizá hasta más pobres de los que había antes de la revolución misma, y para colmo, los fraudes electorales, razón por la cual se inició el movimiento revolucionario, continuaron, aún a pesar de la existencia de una autoridad electoral “independiente”.
Muchos pensaron que el fin de la época de la revolución institucionalizada significaría el fin de nuestras angustias, muchos piensan que el fin de ésta época llegó con el comercializado triunfo de los gobiernos católico-empresariales, triunfo patrocinado por los dueños de los grandes capitales nacionales y extranjeros quienes en su momento reclamaron la parte del botín que les correspondía por los recursos invertidos.
La ingenuidad es una característica de la infancia, si uno rebasa esta etapa de la vida y continúa creyendo en príncipes azules y en superhéroes, la ingenuidad adquiere otro calificativo de carácter peyorativo, en otras palabras, esperar a que cada tres ó seis años el voto llegue a rescatar nuestras existencias de los fraudes y de los desfalcos perpetrados por parte de sus antecesores, los mismos que tres ó seis años atrás prometieron lo mismo que prometen lo actuales, ¡es hacerse pendejo solo! .
Acudir a las urnas para emitir nuestro voto es una obligación ciudadana, ¿pero qué les hace pensar que nos ven como ciudadanos? . Un ciudadano es más que un acta de nacimiento o un contribuyente, un ciudadano es un individuo que es respetado por su gobierno, y una de las cosas que a la fecha no hemos comprendido y que además no es del interés de los gobiernos que se entienda, es que el respeto no se otorga, se gana. Por eso es tan importante mantener la idea de que no nos movamos más allá de acudir a las urnas para votar por los candidatos que nos presentan, sujetos que en su mayoría, repiten el mismo diagnóstico y proponen casi siempre las mismas soluciones. Prometen y prometen, y a base de puras pro-metidas, actualmente han llevado a más de la mitad de la población a vivir en condiciones de miseria, y a una importante fracción de la población restante a pagar las deudas y mantener los privilegios de una reducida minoría que incluye a aquellos que cobran por resolver estos desequilibrios.
Si tú estás a gusto con esta situación, posiblemente pertenezcas a esa reducida minoría a la que le conviene que todo siga igual, de lo contrario deja de hacerte el inocente, deja de mirarte y deja de mirar con lástima a los que están más fregados que tú, porque ahí está la clave de la solución a nuestros problemas, ya que nadie puede sentir respeto y lástima al mismo tiempo por la misma persona. No esperes a que alguien llegue para ayudarnos, olvídate de los candidatos que el I.F.E. te presente, a las autoridades del I.F.E. no le interesa que vivas mejor, lo que les interesa es seguir cobrando sus generosísimos sueldos y prestaciones a pesar de que ya no te alcance tu sueldo ó inclusive, no tengas trabajo. Mucho menos confíes en los partidos políticos y en los candidatos que postulan, nomás fíjate en los niños verdes, ¿tú crees que les importa que tu sueldo alcance cada día para menos?. Ayuda en la medida de tus posibilidades a las personas que te rodean y organízate con todos ellos para continuar con esta idea, sólo entonces estaremos haciendo algo que genere un verdadero cambio.
Y si no votaste ¡cállate! , no hay más, porque aquí la Ley de Herodes es la que aún prevalece, porque aquí pensar distinto está mal, es atentar en contra de las honorables instituciones de nuestro país, inclusive no estar en sintonía con el discurso de “nuestro” I.F.E. nos merece una descalificación social. El mismo criterio que nos juzga de esta manera es el que también se burlaba de la brutal crisis en turno, la misma que en un principio le causaba una valentona emoción a nuestro pequeño presidente. Hasta donde mi memoria me alcanza recuerdo que hemos vivido en crisis, y hasta donde sé, la gran mayoría vota para que otra no vuelva a ocurrir, sin embargo, a pesar de nuestras buenas intenciones, éstas continúan ocurriendo. Los años han pasado, gobiernos han venido y se han ido (con todo lo que sus pezuñas se pudieron llevar) y ojalá por lo memos todo siguiera igual, pero la realidad es que, sexenio tras sexenio nos hemos hundido más y más.
La era de la revolución institucional dejó tantos y quizá hasta más pobres de los que había antes de la revolución misma, y para colmo, los fraudes electorales, razón por la cual se inició el movimiento revolucionario, continuaron, aún a pesar de la existencia de una autoridad electoral “independiente”.
Muchos pensaron que el fin de la época de la revolución institucionalizada significaría el fin de nuestras angustias, muchos piensan que el fin de ésta época llegó con el comercializado triunfo de los gobiernos católico-empresariales, triunfo patrocinado por los dueños de los grandes capitales nacionales y extranjeros quienes en su momento reclamaron la parte del botín que les correspondía por los recursos invertidos.
La ingenuidad es una característica de la infancia, si uno rebasa esta etapa de la vida y continúa creyendo en príncipes azules y en superhéroes, la ingenuidad adquiere otro calificativo de carácter peyorativo, en otras palabras, esperar a que cada tres ó seis años el voto llegue a rescatar nuestras existencias de los fraudes y de los desfalcos perpetrados por parte de sus antecesores, los mismos que tres ó seis años atrás prometieron lo mismo que prometen lo actuales, ¡es hacerse pendejo solo! .
Acudir a las urnas para emitir nuestro voto es una obligación ciudadana, ¿pero qué les hace pensar que nos ven como ciudadanos? . Un ciudadano es más que un acta de nacimiento o un contribuyente, un ciudadano es un individuo que es respetado por su gobierno, y una de las cosas que a la fecha no hemos comprendido y que además no es del interés de los gobiernos que se entienda, es que el respeto no se otorga, se gana. Por eso es tan importante mantener la idea de que no nos movamos más allá de acudir a las urnas para votar por los candidatos que nos presentan, sujetos que en su mayoría, repiten el mismo diagnóstico y proponen casi siempre las mismas soluciones. Prometen y prometen, y a base de puras pro-metidas, actualmente han llevado a más de la mitad de la población a vivir en condiciones de miseria, y a una importante fracción de la población restante a pagar las deudas y mantener los privilegios de una reducida minoría que incluye a aquellos que cobran por resolver estos desequilibrios.
Si tú estás a gusto con esta situación, posiblemente pertenezcas a esa reducida minoría a la que le conviene que todo siga igual, de lo contrario deja de hacerte el inocente, deja de mirarte y deja de mirar con lástima a los que están más fregados que tú, porque ahí está la clave de la solución a nuestros problemas, ya que nadie puede sentir respeto y lástima al mismo tiempo por la misma persona. No esperes a que alguien llegue para ayudarnos, olvídate de los candidatos que el I.F.E. te presente, a las autoridades del I.F.E. no le interesa que vivas mejor, lo que les interesa es seguir cobrando sus generosísimos sueldos y prestaciones a pesar de que ya no te alcance tu sueldo ó inclusive, no tengas trabajo. Mucho menos confíes en los partidos políticos y en los candidatos que postulan, nomás fíjate en los niños verdes, ¿tú crees que les importa que tu sueldo alcance cada día para menos?. Ayuda en la medida de tus posibilidades a las personas que te rodean y organízate con todos ellos para continuar con esta idea, sólo entonces estaremos haciendo algo que genere un verdadero cambio.
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